Todas tenemos estos momentos de ogro, momentos en que nos convertimos en algo que no queremos pero sencillamente no lo podemos controlar. Estoy segura que muchas madres coinciden en que en las últimas horas del día hay mayor tendencia a convertirnos en ogros. No dejarnos controlar por nuestras emociones forma nuestro carácter y nos permite darle a los niños, lecciones y enseñanzas profundas. Es importante prepararnos para estos momentos, anticiparnos a lo que pueda ocurrir. Dios nos ha dado la dicha de ser las protagonistas de la última escena del día de nuestros hijos, tratemos que esa escena sea la mejor, porque no controlamos la película completa pero cada vez que tengamos la oportunidad de terminar el día con ellos, ¡procuremos que sea un final feliz!